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La Maison en Petits Cubes es un extraordinario corto de animación dirigido por Kunio Kato que entre sus diversos premios destaca por haber logrado el Oscar a mejor corto de animación con este trabajo en 2009. 

En esta breve película y a través de la vida de un solitario anciano octogenario que se aferra a sus raíces, se realiza una sutil crítica a las consecuencias catastróficas del calentamiento global en un futuro no tan lejano como parece

El protagonista es un luchador nato y resignado que vive entre cuatro  paredes levantadas por él mismo y cimentados sobre sus moradas anteriores que poco a poco han sido sepultadas por el creciente nivel del mar. Con cada metro de profundidad oceánica se hunden también los recuerdos de aquel tiempo pasado que fue mejor. De ellos, ya únicamente queda la memoria inmortalizada en instantes fotográficos, todos ellos colocados en la pared: abuelos, padres, hijos, nietos; generaciones que saturan sus pensamientos todo el tiempo. 

Sin embargo, una circunstancia inesperada le obliga a sumergirse en las profundidades, geográficas y sentimentales, sirviéndose de este  modo para mostrar al espectador de una manera conmovedora el recorrido vital del anciano y su lucha contra las fuerzas de la naturaleza.

Colmada de flashbacks esta historia en la que los diálogos se hacen innecesarios, emociona, atrapa y realmente no tiene desperdicio. 


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En 1945, Salvador Dalí realizó un acuerdo con la compañía Disney para llevar a cabo un proyecto conjunto en forma de corto de animación. El fruto de esta prometedora colaboración sería Destino, empleando el título homónimo de su banda sonora, compuesta por el mexicano Armando Domínguez. Sin embargo, con el storyboard y la historia ya escritos, y las pinceladas del pintor surrealista preparadas, la película no pudo realizarse por los graves problemas económicos que atravesaba tras la Segunda Guerra Mundial la empresa de Walt Disney. 

Sería más de medio siglo después, en 1999, cuando el sobrino del magnate de la animación, Roy Edward Disney, decidiera recuperar el original trabajo. Los estudios de Disney en Francia junto al director Dominique Monfrey  fueron los encargados de descifrar el críptico guión gráfico de Dalí y del artista del estudio Disney, John Hench, guiados por este último y con la ayuda del diario de Gala, la mujer y musa del pintor español. 

El resultado final, terminado en 2003, es un corto de algo más de seis minutos de duración en el que se nos cuenta la historia de amor entre Chronos y una bailarina mortal, todo ello ambientado en un escenario al más puro estilo dalisiano. Todas las características propias de su obra y del movimiento artístico que representa (el simbolismo, el principio de discordancia, lo onírico, etcétera.) se nos muestra desde una nueva perspectiva: la audiovisual. En definitiva, una auténtica obra de arte en la que el paraíso surrealista del genial artista cobra vida para deleitar a sus más fervientes admiradores. 

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El último trabajo del afamado escultor británico Antony Gormley ha provocado un gran revuelo entre la población neoyorquina, hasta el punto de que la policía de la ciudad norteamericana tuvo que atender a un centenar de llamadas de ciudadanos. Estos se mostraban seriamente preocupados porque creían haber visto personas en las azoteas de los edificios dispuestas a saltar al vacío. Afortunadamente, no se trataba de un suicidio colectivo sino de 31 esculturas humanas de tamaño natural realizadas por Antony Gormley. 

Precisamente, este genial artista inglés centra su obra en en el cuerpo humano como sujeto, objeto y lugar. Al tomar el cuerpo como punto de partida, sus esculturas exploran los modos en los que nos orientamos espacialmente: cómo reaccionamos cuando nos desorientamos, cómo nos relacionamos con la arquitectura y con el entorno construido.

En esta ocasión, las figuras -fabricadas en hierro y fibra de vidrio- se instalaron en calles, aceras y  tejados de los edificios que rodean Madison Square Park como parte de una exposición al aire libre titulada Event Horizon, que comenzó el pasado 26 de marzo, y que ya se había podido ver en Londres. A pesar de que las autoridades avisaron previamente sobre la exposición a los residentes de la zona, no pudieron evitar la alarma social, especialmente porque el emplazamiento de la exhibición coincide con el lugar en el cual recientemente se había producido el suicidio de un estudiante de la Universidad de Yale. 

Si tienes ocasión de visitar próximamente la ciudad de Nueva York, no olvides mirar al cielo: el arte invade también los tejados.